Lo
singular del estaounidense es que no lleva más de un año practicando el deporte.
Proviene del atletismo y, en concreto, de la velocidad. De hecho, ha sido capaz
de correr los cien metros lisos este año en 10’13 segundos, lo que le habría
valido para colarse en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
En cambio, el quedarse fuera de la expedición americana tras los trials provocó
la decisión del cambio de disciplina.
En
el paso al rugby a siete tuvo gran culpa Miles Craigwell, otro jugador del
seven americano que había jugado en la NFL. Consiguió convencerle y parece que
ha acertado. Es más, el ex velocista solo ha disputado tres torneos del Circuito
Mundial de Seven destapándose como uno de los máximos anotadores. Entre sus
víctimas, se encuentran selecciones de la talla de Tonga, Francia, Sudáfrica y
Nueva Zelanda.
Otra
vez se ha demostrado que el rugby es un deporte que acoge a todos: gordos,
flacos, fuertes, rápidos, etc. Pero entre los aficionados siempre ha existido
una gran debilidad por la espectacularidad de los velocistas como Christian
Cullen, que tiene el mejor promedio de ensayos de la historia de los ‘All
Blacks’; el surafricano Brian Habanna, máximo anotador del Mundial 2007; o
Shane Williams, alma máter de la selección galesa en la última década. Este
hecho justifica el revuelo que se ha formado alrededor de Carlin Isles.
Además,
hay que destacar que el rugby nunca ha sido una disciplina de primera plana,
nada comparable al fútbol o al baloncesto, pero ha tenido la suerte de contar
con grandes figuras mediáticas. Por orden cronológico, podemos destacar al
neozelandés Jonah Lomu, considerado el mejor jugador de la historia, capaz de
correr los 100 metros en 10’75 segundos con sus 115 kilos de peso; el inglés Johnny
Wilkinson, que llevó a la gloria mundial a Inglaterra en 2003 con sus
extraordinarias patadas; y Sebastien Chabal, el extravagante segunda francés con
apariencia física de Jesucristo. Cuando
ahora parecía que el deporte estaba huérfano de estrellas, ha llegado Isles
para tomar el relevo.
Carlin
Isles aún no ha llegado a la altura de estos jugadores, pero parece que va
camino de conseguirlo, aunque los expertos no lo ven destacando en el rugby a
quince al no tener tantos espacios para lucir su innegable velocidad. Sin
embargo, ya ha conseguido el hito de saltar con fuerza a la fama y está más
cerca de apuntarse otro más importante: el convertirse en olímpico con su
selección de rugby a siete en Río de Janeiro 2016 para quitarse la espina de
Londres.
Fuentes empleadas:
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